La vida humana, como una jornada llena de misterios y sorpresas, encuentra en el Turismo de Aventura una opción saludable para el crecimiento personal; que atrapa y cautiva a sus practicantes, deseosos de experimentar nuevas andanzas, emociones y desafíos en contacto con la naturaleza. Hacer del Turismo de Aventura una actividad de excelencia y competitividad global, tiene como reto el convertirse en lugar de destino –como ocupación económica y lugar de trabajo–; con destino –por las circunstancias socio económicas favorables que presenta–; y como destino –en su gestión como política pública orientada al desarrollo integral sustentable-. Es una actividad ideal que ofrece a todo público los espacios indispensables para su esparcimiento y que contribuye a eliminar los síndromes de estrés que causa la aglomeración urbana; es un viaje en que se desafía al cuerpo y a la mente. Al constituir una práctica de mínimo impacto ambiental y de un alto impacto personal, representa también una verdadera aventura sustentable en la que convergen tres criterios básicos: económico [actividad rentable], social [intereses de la sociedad] y ecológico [conservación de los ecosistemas naturales]